A medida que aumenta la digitalización, son más empresas las que buscan facilitar a sus clientes el proceso de apertura de cuentas y/o servicios.
Para lograr este objetivo, las empresas requieren conocer al cliente que está aplicando para sus servicios. Esto requiere de un proceso que permita capturar la imagen del usuario, digitalizar su documento y obtener su información. A este proceso se le conoce como KYC. El KYC (del término en inglés "Know Your Customer") es un proceso esencial que las instituciones financieras y otras entidades utilizan para identificar y verificar la identidad de sus clientes. Esta práctica conlleva dos pasos esenciales: tomar una fotografía del rostro del usuario (selfie) y una fotografía de la identificación oficial. Posteriormente, estas fotografías son comparadas y si los rostros en la identificación y en la selfie son el mismo, se valida al usuario.
¿Qué sucede si la información contenida en la identificación no corresponde al rostro del solicitante? En otras palabras, si la información de la identificación es de otra persona pero el rostro coincide con la selfie (existe robo de identidad), es muy probable que el proveedor de KYC acepte esta identidad como válida. Adicional a esta razón, analizaremos otras por las cuáles contar únicamente con la protección del KYC puede no ser suficiente para detener el fraude:
Entonces, ¿realmente tus clientes son quienes dicen ser? ¿Realmente la información contenida en su identificación le pertenece a ese individuo?
Todo lo anterior conlleva a que el fraude de identidad en México sea un negocio para los defraudadores, quienes trabajan de manera organizada para continuar atacando a las empresas con capital en riesgo (aseguradoras, fintech, prestamistas, etc…). Si juntamos, lo fácil que es obtener una identificación falsa y lo fácil que es burlar los sistemas de KYC, entonces podemos concluir que las empresas corren un peligro muy grande cuando se trata de validar a sus clientes. Esto es muy preocupante desde muchas aristas, porque genera problemas que nos afectan a todos:
En conclusión, el proceso de KYC ha sido, durante mucho tiempo, una pieza central en los esfuerzos para proteger al sistema financiero y a las instituciones de potenciales amenazas y fraudes. Su relevancia en el ámbito de la verificación de la identidad de los clientes es innegable. Sin embargo, en el entorno dinámico y tecnológicamente avanzado de hoy, confiar únicamente en el KYC es como poner una cerradura simple en una puerta mientras existen ladrones equipados con herramientas sofisticadas.
La creciente habilidad de los defraudadores, combinada con la fácil accesibilidad a herramientas y recursos para cometer fraudes, pone de manifiesto la necesidad de una defensa más robusta. Instituciones que se limiten solo al KYC podrían encontrar rápidamente que están quedando atrás, siendo vulnerables a amenazas cada vez más sofisticadas.
Por ello, es esencial que las empresas e instituciones financieras adopten un enfoque holístico y colaborativo en su lucha contra el fraude. Este enfoque debería incluir tecnologías avanzadas, colaboración interinstitucional y una mentalidad de mejora constante. Las soluciones como las propuestas por Trully, que combinan inteligencia colectiva, inteligencia artificial y big data, representan el siguiente paso en la evolución de la seguridad financiera.
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